Cuando el teletrabajo vino para no quedarse.

Un 4,8%. Esa era la cifra de gente que teletrabajaba cuando la mayoría no sabíamos ni que existía esa oportunidad, el % que marcaba un cambio radical en Marzo de 2020. Por si la duda te asalta, en Finlandia era de un 13% y en Países Bajos un 14% (siempre nos ha gustado compararnos con otros países mejores, aunque claramente sólo nos conformamos con la comparación y no con la imitación).

Durante la pandemia, para dar algunos datos interesantes, en España se llegó hasta los 14,7% de personas, mientras que en Europa la media se situaba en un 21,5%, Suecia (40,9%) y Holanda (40,1%), por delante de Luxemburgo (34,5%) y Finlandia (33,5%).
El teletrabajo vino forzado por una situación de emergencia, y como todo aquello que viene forzado, y que no se crea de forma fluida o natural, al final desaparece de la misma manera. Y parece que El tejido empresarial de España se está afanando por eliminar de nuestro recuerdo lo que pudo haber sido y nunca fue.
Por los datos mostrados España nunca impuso un Teletrabajo de una forma generalista, a pesar de los mensajes de euforia sobre la permanencia del teletrabajo y su llegada para quedarse, muchos profesionales vieron ese momento como un paso transitorio a la espera de volver a las oficinas de forma presencial.
El mayor indicador fue que, muchas grandes compañías con oficinas y estructuras prefirieron seguir manteniendo sus activos en lugar de reducirlos o eliminarlos.
Actualmente estamos hablando de un Teletrabajo parcial (no al 100%) de un 9,7%

Pero…¿Cuál es el motivo de que no se haya desarrollado como en otros países esa propuesta de teletrabajo?.

1.- Percepción presencialista.

Más del 61% de personas considera que existen más probabilidades de reconocimiento para aquellos que acuden a la oficina, Algo que ha potenciado en un entorno como el actual (VUCA) la priorización a volver a una oficina presencial para evitar «facilitar el despido por desvinculación».

De la misma manera, los empresarios y directivos han preferido seguir manteniendo metodologías y estructuras presencialistas, de mayor control y rigidez.

2.- Percepción negativa sobre la eficiencia y la productividad.

Más de un 60% de las empresas consideran que la productividad no ha mejorado o incluso ha empeorado, respecto a un 32% que considera que ha aumentado un poco, aunque no lo suficiente como para implantarlo, y un 10% que considera que ha sido una mejora significativa por la que valdría apostar.

3.- Exceso de Horario y desconexión emocional.

Otro argumento en contra de la implementación se centra en la parte más emocional, la desvinculación. «No disponen del espacio necesario en sus hogares; o tienen hijos pequeños que les impiden concentrarse; o sienten una fuerte necesidad psicológica de diferenciar los espacios de lo doméstico y lo laboral». Con estos argumentos muchas compañías se han agarrado con fuerza para seguir manteniendo puestos presenciales en las compañías.

Profesionales cuyo desempeño promedio solía ser de 8 a 10 horas diarias, han pasado a trabajar entre 13 y 14 horas y, a veces, hasta más, sin efectos en la remuneración. Las exigencias laborales han invadido el tiempo de descanso -los fines de semana- y han roto, a extremos que preocupan a los expertos, los límites entre trabajo y familia.

El debilitamiento paulatino del vínculo del trabajador con su organización. El compromiso laboral se enfría, la ejecución de las tareas se vuelve rutinaria, desaparecen los estímulos causados por el intercambio con jefes y compañeros.

4.- Falta de legislación.

Aparecen dudas legales sobre el teletrabajo, lo que hace que el empresario prefiera volver a esa normalidad antes de tener que modificar espacios, sistemas informáticos o invertir en adaptar puestos en remoto.
¿Debe la empresa pagar una parte del costo de electricidad, agua e internet que consume el trabajador mientras trabaja en su casa? Si el trabajador tiene un accidente mientras trabaja en su casa, ¿corresponde a la empresa sufragar los gastos médicos? En el caso de los trabajadores que usan su computadora personal, ¿tiene la empresa el deber de pagar alguna renta por ese uso? Y, todavía más, hay quienes se preguntan si las empresas no deberían pagar un monto al trabajador por concepto de alquiler de una parte de su hogar. Son muchos los empresarios que han aprovechado el momento para reducir el salario de sus trabajadores, aunque la carga laboral es la misma o superior.

¿La alternativa? Pequeñas píldoras que suponen una especie de parcheo emocional a muchos trabajadores (1 o 2 días de teletrabajo). De momento las empresas no se plantean el ofrecer jornadas adaptadas a sus trabajadores entre los que buscan un 100% remoto, los que quieren una especie de híbrido y los que disfrutan yendo a la oficina.

Pero parece que todo nos lleva a pensar que para los empresarios el teletrabajo no ha sido más que una anécdota, un transito debido a una causa superior, pero que la vuelta a la normalidad implica eso, normalidad.
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