Para muchas personas el inicio del fin de la búsqueda de empleo se sitúa en las entrevistas presenciales (a más entrevistas, más optimismo y más cerca se ve la meta). Pero para algunas personas esa fase es desesperante, nadie nace entrenado en saber realizar una entrevista, vemos al entrevistador como un «fiero perro guardián» una especie de moderno «can Cerbero» que nos puede permitir entrar a esa compañía y ser un refuerzo para nosotros, o cerrarnos las puertas a esa posición tan deseada.
– Descuidar la entrevista telefónica (la entrevista presencial siempre es la segunda impresión, la primera es telefónica, tienes que saber encantar en 5 minutos).
El seleccionador puede recibir para una misma posición 300 Currículos, de esos 300 quizás llame a los 40 que más le encajen y de esos 40 quizás entreviste a unos 10. Como puedes ver los números son bajos, por lo tanto debes poder crear una muy buena impresión en esa primera llamada.
-Llegar sin los deberes hechos (investigar sobre la empresa, producto, resultados, misión, valores, estrategias de crecimiento, etc.). Es muy fácil saber en una entrevista si el candidato conoce o no la compañía y por lo tanto saber el nivel de interés real que puede tener en ella o si simplemente es una oportunidad más de trabajo o incluso se plantea esa oportunidad como algo cortoplacista.
Hay estudios realizados por la Universidad Ben-Gurión del Néguev, en Israel, que demuestran que ir bien arreglado a una entrevista puede mejorar hasta un 45% las opciones de crear una mejor impresión al entrevistador.
– No conocer tu propio currículum.
Denota que algo no va bien cuando el candidato tiene que ir recordando las fechas o el tiempo que trabajó en un puesto (sobre todo en los últimos 6 años), incluso no recordar el nombre de sus antiguos jefes o empleadores.
– Criticar a la empresa o jefes anteriores. Todos hemos tenido un responsable tóxico o entornos tóxicos, y hemos cometido el error de entrar en una compañía que a priori parecía maravillosa, pero ante todo jamás hablar mal de compañías anteriores, hay muchas maneras de decir educadamente que tu jefe era un idiota sin decirlo (diferencias estratégicas insalvables, cambio de valores de la compañía, etc.)